martes, 25 de septiembre de 2007

EL PUÑAL

En un cajón hay un puñal. Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano.

Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte que hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera; la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.

Otra cosa quiere el puñal. Es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo eterno, el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó y los puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar brusca sangre.

En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los hombres.

A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fé, tan apacible o inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.



BORGES

GOETHE

JOHANN WOLFGANG GOETHE

Escritor alemán nacido en el seno de una familia patricia burguesa, su padre se encargó personalmente de su educación. En 1765 inició los estudios de derecho en Leipzig, aunque una enfermedad le obligó a regresar a Frankfurt. Una vez recuperada la salud, se trasladó a Estrasburgo para proseguir sus estudios. Fue éste un período decisivo, ya que en él se produjo un cambio radical en su orientación poética. Frecuentó los círculos literarios y artísticos del Sturm und Drang, germen del primer Romanticismo y conoció a Herder, quien lo invitó a descubrir a Homero, Ossian, Shakespeare y la poesía popular. Fruto de estas influencias, abandonó definitivamente el estilo rococó de sus comienzos y escribió varias obras que iniciaban una nueva poética, entre ellas Canciones de Sesenheim, poesías líricas de tono sencillo y espontáneo, y Sobre la arquitectura alemana (1773), himno en prosa dedicado al arquitecto de la catedral de Estrasburgo, y que inaugura el culto al genio. En 1772 se trasladó a Wetzlar, sede del Tribunal Imperial, donde conoció a Charlotte Buff, prometida de su amigo Kestner, de la cual se prendó. Esta pasión frustrada inspiró su primera novela, Los sufrimientos del joven Werther, obra que causó furor en toda Europa y que constituyó la novela paradigmática del nuevo movimiento que estaba naciendo en Alemania, el Romanticismo. De vuelta en Frankfurt, escribió algunos dramas teatrales menores e inició la composición de su obra más ambiciosa, Fausto, en la que trabajaría hasta su muerte; en ella, la recreación del mito literario del pacto del sabio con el diablo sirve a una amplia alegoría de la humanidad, en la cual se refleja la transición del autor desde el Romanticismo hasta el personal clasicismo de su última etapa. En 1774, aún en Frankfurt, anunció su compromiso matrimonial con Lili Schönemann, aunque rompió el noviazgo dos años más tarde; tras aceptar el puesto de consejero del duque Carlos Augusto, se trasladó a Weimar, donde estableció definitivamente su residencia. Empezó entonces una brillante carrera política (llegó a ser ministro de Finanzas en 1782), al tiempo que se interesaba también por la investigación científica. La actividad política y su amistad con una dama de la corte, Charlotte von Stein, influyeron en una nueva evolución literaria que le llevó a escribir obras más clásicas y serenas, abandonando los postulados individualistas y románticos del Sturm und Drang. En esa época empezó a escribir Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1795), novela de formación que influiría notablemente en la literatura alemana posterior. En 1786 abandonó Weimar y la corte para realizar su sueño de juventud, viajar a Italia, el país donde mejor podía explorar su fascinación por el mundo clásico. De nuevo en Weimar, tras pasar dos años en Roma, siguió al duque en las batallas prusianas contra Francia, experiencia que recogió en Campaña de Francia (1822). Poco después, en 1794, entabló una fecunda amistad con Schiller, con años de rica colaboración entre ambos. Sus obligaciones con el duque cesaron (tan sólo quedó a cargo de la dirección del teatro de Weimar), y se dedicó casi por entero a la literatura y a la redacción de obras científicas. La muerte de Schiller, en 1805, y una grave enfermedad, hicieron de Goethe un personaje cada vez más encerrado en sí mismo y atento únicamente a su obra. En 1806 se casó con Christiane Vulpius, con la que ya había tenido cinco hijos. En 1808 se publicó Fausto y un año más tarde apareció Las afinidades electivas, novela psicológica sobre la vida conyugal y que se dice inspirada por su amor a Minna Herzlieb. Movido por sus recuerdos, inició su obra más autobiográfica, Poesía y verdad (1811-1831), a la que dedicó los últimos años de su vida, junto con la segunda parte de Fausto.

jueves, 20 de septiembre de 2007



LA SOMBRA


Paso a paso , recorriendo metro tras metro hacia delante, el dolor más en el alma que en el cuerpo hacían mas lento su caminar , su cabeza agachada solo veía el suelo, zapatos que pasaban a su lado , basura , charcos todo, todo lo estaba más arriba y que le hacia levantar la vista no le interesaba , las personas que pasaban cerca de él hacían como que no lo veían, indiferentes , lejanas unas y otras le esquivaban con muecas de desagrado.

El único traje sucio y gastado que usaba, era de varias tallas mas grande que ese cuerpo alto y flaco ya deteriorado por el tiempo, sus zapatos , si a eso se le pudiera llamar así dejaban paso a las ráfagas de viento que en las tardes de frio le congelagan los dedos ,pero que tambíen le servían para que el pavimento no le quemara sus deteriorados pies.

Estába esta vez lejos de su casa, de “su refugio” , el puente que se situaba frente a grandes y nuevos Edificios de modernos diseños , ese agujero en la parte mas obscura de esta estructura y los cartones ahí acumulados , le daban protección todas las noches cuando regresaba.

Se lo habían llevado unos jóvenes ruidosos en broma hacia el sur de la gran avenida, la que atravesaba la ciudad , le ofrecieron comida y lo hicieron subir a su camión , un rato después lo bajaron de él , pero ya estaba muy retirado de su hogar, ahora tenía que regresar y ya era tarde comenzaba a obscurecer y le daba miedo atravesar lugares que desconocía.

Y así íba pensando unas veces , recordando otras , enojado porque las autoridades hacia días habían prohibido la venta del alcohol industrial que el compraba para su consumo y el cual lo hacia olvidar y sentirse como el quería…fuera de este mundo.

Tenia una amiga la que siempre lo seguía incondicionalmente, no decía nada , algunas veces iba al lado derecho de él , otras veces al izquierdo y al medio día la perdía de vista , pero sabia que en un rato mas estaría a su lado. Le iba platicando de cómo se sentía estos días sin tomar alcohol , que era como si estuviera despertando de un largo sueño , vino a la memoria su bella esposa , los autos que pasaban peligrosamente cerca de él le recordaban su Belair amarillo aquél expléndido auto que compró de contado con las primeras ganancias que le dejaron la empresa que fundó con sus ahorros y la ayuda de sus suegros.

Le contó lo que nuca había contado a nadie en 40 años , de cómo se volvió loco después del accidente en ese auto en el que murió su amada , los ataques groseros de los padres de ella haciéndolo responsable de esa desgracia , de sus hijos a los que dejo con sus familiares ya que sintió que se acabó su mundo en un instante.

Recordó en esos momentos de lucidez que tuvo tiempo antes de dedicarse a beber de arreglar las cosas para que a sus queridos hijos no les faltara nada y salió huyendo de todo lo que le recordaba a María.

! Bruto! ¡Estúpido¡ escuchó después de un rechinido de llantas , solo alcanzo a ver las ruedas de un auto que casi le aplastan el brazo… QUE NO TE FIJAS ANIMAL.. por poco te atropello , aquél hombre de unos 60 años , bajó de el Honda gris y le increpó fuertemente , pero le ayudó a levantarse y le preguntó si se sentía bién.

Él asintió con la cabeza ya que no hablaba con nadie solo con. su amiga . El hombre trataba de verle la cara a travez de esos pelos largos y sucios de mucho tiempo para comprobar que realmente estaba bién y vió sus ojos por unos momentos y se retiró del lugar pensativo.

¿Quién será ese hombre ¿ decía.. su mirada sus grises ojos no son comunes … no emitió ningúna palabra… en fin el día está pesado y hay que contratar personal para la nueva sucursal en esta ciudad , me están esperando.

Cada vez mas claro en sus pensamientos siguió caminando por aquella gran avenida a la que no le veía fín , solo sabía que ya era de noche y casi lo habían atropellado … ese tipo , le recordaba a Nicanor , aquél joven con acento sureño que le fué un día a pedir trabajo después de haber concluido sus estudios de administrador en el norte del país y que decía y casi le rogaba que le diera empleo de lo que fuera ya que necesitaba sacar adelante a su pobre familia…! Cuanta gente se parece una a la otra ¡ , ya no se ni lo que pienso ¿ no crees ? ..! caray! Puras figuraciones , huff al fin estoy llegando a mi casa , hoy particularmente estoy tan cansado y adolorido que ya ni me acuerdo del vino , solo quiero dormir y dormir ..solo eso.

Temprano , cuando no había todavía trafico en esas calles se levantó de mejor animo y observó como siempre su paisaje, nuevos y modernos edificios como queriendo alcanzar el cielo , en una majestuosa competencia como si fueran gigantes luchando cada uno por ser el mejor , el mas grande . Su amiga aún no aparecía todavía le faltaba un rato par que lo viniera a acompañar.

Estando así , elucubrando , se le acercó un joven bien vestido y le dijo ¡ hola ¡ ¿ como está ? … temeroso se hecho para atrás , ¡ no se asuste , solo quiero hablar con usted¡ musitó , ¿ nos sentamos? .

De alguna manera le inspiro mucha confianza y como ya se sentía mejor por no haber tomado alcohol por un tiempo , se sintió listo para dar un importante paso ¡! Hablar con alguien ¡! Hacía mucho tiempo no lo hacia…. más que con su amiga y este joven era la persona indicada para hacerlo ya que estaba tan dispuesto.

L e ofreció un cartón para que se sentara y le dijo el muchacho ¡ho está bien ¡, pasaban los autos presurosos hacia las oficinas y a esta persona no le parecía preocupar eso , él pensó – tal vez lo despidieron se su trabajo y no tiene a donde ir - así que le contaré un poco de mis cosas así no se aburrirá y tal ves hasta me invite un bocado.

Habló y habló como nunca lo había hecho , le contó de sus tiempos de la universidad , de los galardones que recibió por ser un brillante estudiante – aunque no lo crea amigo, soy licenciado - de cómo creó ese negocio e hizo que en ese tiempo prosperara , su amadísima esposa , de su tierra , del abandono en que dejo a sus pequeños y le explicó porque . También de cómo se había sentido estos días sin tomar bebidas embriagantes y muchas , muchisimas cosas.

Y el joven no daba muestras de aburrimiento ni nada , sino todo lo contrario y eso ..eso lo contrarió , empezó a fijarse un poco más el esta persona y notó una lagrima en sus ojos grises la cual dicretamente limpió con el brazo, se fijo aún más en la complexión de este y se remonto a sus tiempos de juventud …cuán bién parecido y elegante era , y le dieron ganas de preguntarle cosas.

Oiga joven ¿ Le puedo hacer una pregunta ? .. sí .por supuesto contestó ¿ como se llama usted? .. Durán… Licenciado Leopoldo Durán , y también sé como se llama usted…. Leopoldo Durán , Licenciado Leopoldo Durán como yo , de hecho nunca le conocí , pero he seguido su ejemplo de amor y lucha , según me cuentan mis padres marcó una linea a seguir para que nuestra familia saliera adelante , lo que le pasó lo entendimos siempre pero nunca le encontramos para decirselo y tampoco tuvimos oportunidad de decirle que nunca dejamos de amarle y ¿ve ese edificio que está allá ?, el mas grande.. es a donde trabajo de administrador general , y a usted lo he visto siempre en una fotografía que está al centro de la pared en la sala del consejo , en un lugar de honor como corresponde al fundador de esa empresa y al que siempre han estado esperando sus empleados , sus hijos y nietos que le recuerdan por el gran amor que le tuvo a nuestra abuela … Así que jamás volverá usted a la calle , y tendrá que venir con nosotros , con su familia que le espera.

Casi desmaya de la impresión y cae al piso , pero unos brazos le detienen fuertemente y le abrazan , entonces reconoce a Nicanor , su fiel empleado , el que casi lo atropella el dia anterior.

Un tiempo después desde lo alto , desde un gran ventanal se le observa todas las mañanas viendo hacia ese puente como tratando de encontrar a su amiga , la cual nunca volvió…. Su fiel amiga todo ese tiempo … su sombra.

Ezrá J. Maldonado

viernes, 14 de septiembre de 2007

EL DESOCUPADO



Prensado. Esa era la sensación que tenía dentro del colectivo, saturado de gente y olores. Viajaba hacia el centro. El traje, que había soportado una nueva visita a la tintorería y que lucía bastante bien, terminó siendo un trapo arrugado. Detestaba mi aspecto.

Bajé del vehículo con el diario bajo el brazo. Enseguida encontré la fila con muchas personas.

No había duda, era ahí. Ni siquiera pregunté. Imaginé que nadie tendría voluntad de contestarme. Era un grupo de seres que parecían hilvanados. Algunos tenían consigo el periódico doblado. Otros en cambio estaban aferrados a un reducido papel, donde había algunas direcciones y datos escritos a mano.

Todos buscaban trabajo. La gente que esperaba, no tenía mejor aspecto que el mío. Esta situación, lejos de consolarme, me hacía sentir más miserable y vulgarmente mimetizado con la misma necesidad.

Con lentitud me puse al final de la cola. Habían pasado pocos minutos y ya estaba fastidiado. Miré el bar de la vereda de enfrente y crucé la calle, sin pensar por un momento que podía perder el lugar y que si esto ocurría, finalmente, no representaba una preocupación, por lo menos por hoy. Pedí un café y con tranquilidad comencé a leer las noticias del día. Muy temprano, yo había privilegiado la lectura de los clasificados. Lo hice con lentitud. Estuve un par de horas.

Hacia el cuarto café, la cantidad de personas que estaban esperando quedó reducida a dos. Pagué el servicio y me dirigí al lugar. Había entrado el último y rápidamente sería llamado.

El individuo que salió tenía buena cara. Se lo veía fatigado pero distendido. Seguramente pensaba que había encontrado su oportunidad.

Ingresé a la oficina de entrevistas. Detrás del escritorio un hombre con anteojos me invitó a sentarme, cosa que hice, mientras él tomaba una lapicera y un formulario para completar datos. Me miró por unos instantes y me dijo: ¿empezamos? Le respondí que no. Me puse de pie lentamente, meditando cada movimiento y sin quitarle la vista.

A continuación estiré la mano para tomar el formulario (que estaba destinado a registrar la información que sirviese para mi calificación) para romperlo en varios pedazos, mientras le decía: No gaste su tiempo, creo que no tengo chance. Vi demasiada gente afuera y seguramente habrá muchos que tienen mejor oportunidad. Terminado esto arrojé el diario en un cesto, que estaba casi lleno, de los mismos formularios estrujados que este señor pretendía llenar con mis datos. Le dije que prefería evitar el mismo destino.

Ni siquiera le tendí la mano y me dirigí hacia la puerta. Casi saliendo escucho que me dice:

- Espere... No se retire que tengo que hablarle. Pertenezco a la Secretaría de Bienestar y Trabajo.

Las autoridades están preocupadas por los índices de desocupación. Nuestra popularidad está perdiendo niveles y eso no es bueno frente a la proximidad de las elecciones que ocurrirán en un par de meses.

Estamos buscando...

Lo interrumpí para decirle: "Personas con iniciativa de todos los niveles, capaces de crecer con nosotros en este nuevo emprendimiento multinacional de ejecución inmediata...."

Sin dejarme continuar y como si no hubiese escuchado mis palabras siguió:

- Estamos buscando un escéptico, un indiferente. Usted parece una de esas personas.

Para que entienda le diré que las mediciones del mercado indican un crecimiento importante de la desocupación. Largas colas de gente buscando empleo. Pocos avisos de demanda en los periódicos. La prensa ha empezado a castigarnos con este tema y sabemos que el precio político, si no tomamos rápida intervención, será muy alto.

Avisos como el que leyó, ocuparán varias columnas en poco tiempo. Habilitaremos muchas oficinas para atomizar la gente y distribuirla para que las colas sean más chicas. Las personas que entrevisten a los postulantes le dirán: "solamente hemos podido cubrir el veinticinco por ciento de nuestra necesidad de personal. El ingreso a una de las filiales de nuestra empresa se concretará seguramente en poco tiempo. Por esta razón, es importante que durante los próximos catorce días, permanezca en su casa. Una de nuestras asesoras de programa ejecutivo tomará contacto con usted para buscar su perfil de trabajo, pretendiendo ubicarlo en el lugar que resulte más útil y en el que se encuentre cómodo para aprovechar todas sus posibilidades".

Como verá, es una forma práctica de inmovilizar por un tiempo a muchas personas, que por dos semanas no buscarán trabajo. Nuestra oficina de prensa se ocupará de mostrar esto. Más adelante inventaremos otra cosa, como ser miniemprendimientos domésticos de producción, donde la gente deberá esperar que una camioneta entregue el material de trabajo en su domicilio, para que lo procesen domésticamente. En fin, tenemos varias ideas que estamos analizando.

- Me parece abominable y perverso, le dije. Sin importarle mi opinión continuó:

- Nosotros pretendemos vender una ilusión. La gente la compra y gratis. La ilusión no tiene precio. Es mejor que la expectativa de un salario flaco. Habilita fantasías, genera proyectos de futuro. Tenemos todo estudiado. Los desocupados se siente mejor con esta falsa oportunidad y logramos que renuncien temporariamente a la realidad de su fracaso.

No creo que yo pueda servir para esto, le dije. Conservo a pesar de mi necesidad, ciertos principios. No podría participar de ese absurdo proyecto. Me sentiría un estafador de esperanzas, un delincuente. Todo esto me parece una locura.

Seguía sin escucharme. Tomó sus pertenencias y saliendo hacia la calle me dijo:

- La gente viene muy temprano. Es probable que cuando llegue haya varias personas. Eso no lo tiene que incomodar. Lo verán como el instrumento que puede resolver sus problemas, una suerte de mesías. Se sentirá muy importante frente a ellos. No permita en las entrevistas que las respuestas se extiendan más allá de lo necesario. No sea demasiado cortés, algunos desconfían. Mantenga un perfil sobrio, eso los tranquiliza. No exagere el proyecto empresario ni la oportunidad laboral.

Sacó de su bolsillo un sobre. Me dijo que adentro había una tarjeta magnetizada para usar en los cajeros automáticos y las llaves de esa oficina. Mi código personal de acceso estaba escrito en el sobre. Tenía habilitado un retiro inicial para mejorar mi aspecto y el salario estaría acreditado el último día hábil del mes. Me aseguró que la suma era importante. En la pantalla de la máquina iba a encontrar algunos mensajes o nuevas instrucciones y me dijo también que no le interesaban mis datos personales. Se despidió asegurándome que salvo casualidad, no lo volvería a ver. Me quedé parado mientras él se iba, probablemente, a ningún lugar.

Con mirada extraviada observé la calle. La gente iba y venía atendiendo sus ocupaciones. Miré el sobre y lo metí en el bolsillo interior del saco. Desconcertado, caminé sin rumbo hasta encontrar un cajero. Después de todo, mañana empezaba a trabajar...

Jorge S. Ruppel

domingo, 9 de septiembre de 2007

DIARIO DE UNA CANCIÓN

“Esta mañana arrojé el diario contra la pared. No estoy segura de por qué lo hice. Antes pensaba que los periódicos se centraban en las tragedias, pero ahora sé que lo único que les atrae es la violencia, que la muerte sin ella no interesa, por más que sea colectiva y te deje sola, que es la tragedia más grande que hay”. Así comenzaba el diario personal de Eriel, el que durante una década estuvo a la venta en una feria callejera de objetos usados, el que nadie compró al ojear sus primeras páginas y el que hace dos semanas fue adquirido por el Reina Sofía al conocer el contenido de todas las demás.

Cabe puntualizar que las notas no eran registradas con fechas, pero dicho documento adquiere la categoría de diario, y no de libro de apuntes, porque Eriel, cada vez que escribía, señalaba si era un lunes, jueves o sábado; envolviendo una historia lineal en una secuencia circular de días de la semana. Sin embargo, por los datos registrados y las averiguaciones realizadas por la actual institución propietaria, se estima que las vivencias descritas transcurrieron entre 1974 y 1979.

Un viernes en el que Eriel cayó en una de sus recurrentes depresiones, fue socorrida por un débil recuerdo extraído de su infancia, cuando sus padres le aplacaban sus ganas de ser mayor, cantándole:
“Si de verdad quieres crecer y no envejecer
nunca vayas deprisa ni tampoco lento
el secreto es ir a la inversa del tiempo
pero nunca deprisa ni tampoco lento
sólo hay que ir a la velocidad del tiempo
para así comenzar a crecer y no envejecer

El que acelera el paso descubre la nostalgia
el que se queda en el momento se queda
mas el que decide crecer conservando al niño
avanza hacia atrás recuperando su inicio
y los recuerdos que traspasan el ombligo (bis)…”.

Cuando era niña no le prestaba mucha atención a la letra, sólo se dejaba llevar por la melodía que la hacía sentir arropada por un hogar. Recordaba algo más que la voz cálida de sus padres, recordaba cada uno de los instrumentos que armonizaban la letra; y, envuelta en esas sensaciones, comenzó a sentirse bien, verdaderamente bien. Era como si el recuerdo pasara a ser un presente que la introducía en un espacio donde la tristeza y la rabia estaban prohibidas. No obstante, el hambre y luego el sueño la sacaron de su burbuja, pero la sonrisa se quedó en su rostro.

A la mañana siguiente, Eriel se despertó con la firme idea de conseguir esa canción –cruzada que marcó el interés del museo por el diario–. Recorrió todas las discográficas de su ciudad sin éxito, y tampoco lo tuvo al preguntarle a sus amigos y conocidos. A raíz de eso, dejó su trabajo, cogió una mochila y recorrió todos los países hispanohablantes durante unos cuatro años.

Debido al desconocimiento de los entendidos, y no entendidos, decidió preguntarle a cualquier desconocido si le sonaba esa canción (Eriel estaba segura de que no era una canción inventada por sus padres, porque recordaba con claridad la música, y ellos no sabían tocar ningún instrumento ni mucho menos componer). Así que Eriel ingenió muchas formas para llegar a la gente y otras tantas para conseguir financiación, que fueron narradas hasta la penúltima página del diario. Coordinó una serie de obras con el Teatro de los Andes para adentrarse en decenas de comunidades recónditas, convenció a Alberto Spinetta y a Mercedes Sosa para realizar actuaciones en varias ciudades y pueblos de Argentina… y montó un centenar de acciones con actores callejeros y músicos de 18 países. Pero ninguna persona le dio lo que buscaba.

Al terminar su diario, en el lunes final, Eriel escribió: “Convencida de que yo era quien le había puesto instrumentos a esa canción familiar, decidí irme a cualquier parte. Estiré la mano y un autobús amarillo se detuvo. Había un asiento vacío junto a la ventana, al lado de un niño que llevaba un mandil con el nombre Gonzalo bordado en el pecho. El bus comenzó a moverse mientras yo no podía retener las lágrimas de impotencia, de fracaso. Traté de animarme para no llamar la atención y por manía comencé a tararear la melodía de mi canción. Y ese niño, Gonzalo, comenzó a cantar, y le siguió un joven canoso, y después un hombre muy arrugado que estaba delante, y siguieron todos los demás, hasta el chofer. Era hermoso escucharlos…
El que acelera el paso descubre la nostalgia
el que se queda en el momento se queda
mas el que decide crecer conservando al niño
avanza hacia atrás recuperando su inicio
y los recuerdos que traspasan el ombligo

Si de verdad quieres crecer y no envejecer
recuerda que el juego es el principio de todo
y recuerda que ser parte es el único modo
pero es necesario que recuerdes ante todo
que sin arrugas nunca encontrarás el modo
de retomar las huellas para no envejecer…
Y mientras los escuchaba, me di cuenta de que el bus avanzaba marcha atrás”.



por Rafael R. Valcárcel

EL OTRO LADO DEL TABLERO

María Esther De Miguel
( Entre rios ) Argentina
fragmento

Se llamaba Sacramento Álvarez. Era alto y flaco, y de puro encorvado parecía un garabato. Era, además, el cuidador del cementerio en ese pueblo de mala muerte donde hasta la muerte podía ser una novedad. Aquel día, Sacramento Álvarez quedó agotado: había muerto Luisa Rossi, la rubia enfermera de la clínica, y acontecimientos como ése, claro está, incidían en su labor.El tuvo ocasión de escuchar las dispersas voces que propagaron la noticia: una intoxicación, parece que diagnosticaron los médicos; exceso de barbitúricos, repitieron vecinos menos piadosos, aunque algunos agregaron: un descuido, quizá. Pero el rumor unánime y subterráneo musitó: suicidio. A Sacramento Álvarez sólo le quedó la pena de saber que ya no vería más a esa muchachita frágil que todos los domingos, apenas asomaba el alba, se acercaba hasta el cementerio para perderse entre sus minúsculos senderos, un ramo de rosas en las manos y una mirada triste en los ojos claros rumbeando, precisamente, para el lado ese al que la habían llevado por la mañana, un lugar cercano a la venerable bóveda de los Fernández Duval.Vaya pues con la coincidencia, pensó ese día y al siguiente, cuando regresó para retirar las flores que, marchito su esplendor de un día, proclamaban la fugaz persistencia de lo efímero. "

viernes, 7 de septiembre de 2007

PABLO NERUDA



Evolución del poeta






Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, que tomó del checo Jan Neruda el apellido del pseudónimo que le sirvió para ocultar a su padre sus precoces actividades poéticas -sólo desde 1946 se llamó oficialmente "Pablo Neruda"-, nació en 1904 en Parral, en el lluvioso y frío sur de Chile, y se crió en el centro provincial, Temuco, donde su padre, enviudado, se casó con la que el poeta recordaría cariñosamente en el Memorial de Isla Negra con el chilenismo de "mamadre". Las más claras estampas de la niñez del poeta están en La frontera, de Yo soy, final del Canto general;


Mi infancia son zapatos mojados, troncos rotos
caídos en la selva, devorados por lianas
y escarabajos, dulces días sobre la avena,
y la barba dorada de mi padre saliendo
hacia la majestad de los ferrocarriles.


El padre, maquinista de un tren de reparaciones, sería recordado también como el que llevaría al niño el primer hálito de la lucha con la miseria, algún día raíz de la poesía social de Neruda, en La casa, de Yo soy:


...Es mi padre.
Lo rodean los centuriones del camino:
ferroviarios envueltos en sus mantas mojadas...
y hasta mí, de los seres, como una separada
barrera, en que vivían los dolores,
llegaron las congojas, las ceñudas
cicatrices, los hombres sin dinero,
la garra mineral de la pobreza.

Pero Neruda sólo sería poeta político desde 1936: al principio, estudiante en Santiago, era un lírico de precoz brillantez, en hábil posmodernismo, estrenado en Crepusculario (1920-1923), donde, al lado de versos baratos, está el germinal Maestranzas de noche. Luego Neruda se lanzó a un vasto poema metafísico, bajo el influjo de Carlos Sábat Ercasty, a quien le pareció excesivo ese eco: Neruda guardó el poema, publicando sólo después unos fragmentos suyos como El hondero entusiasta. En 1924 lanzó su gran éxito, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, del que cuando escribimos se han vendido dos o tres millones de ejemplares, como libro necesario de toda adolescencia lírica hispánica. Allí la pasión sabe ponerse en imágenes nítidas, incluso alguna vez con un tono irónico de excesivo saber literario, como en el poema 20:


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tititan, azules, los astros, a lo lejos"....

Luego insiste en la ambición dantesca del gran poema total, en Tentativa del hombre infinito (1925), nueva versión del Hondero, en lenguaje más vanguardista, y pasa a la prosa para publicar un curioso relato, El habitante y su esperanza (1926), y unas prosas líricas, alternando con Tomás Lago, Anillos (1926).

Pero por entonces Nerudase vuelve hacia lo sombrío, hacia lo amenazadoramente informe, entre acumulaciones de objetos e imágenes que no cuentan por sí mismos, sino en representaciones de lo funesto, pudiendo, por tanto, ser remplazados por otros elementos análogos (Significa sombras se titula uno de los más típicos poemas de esa época). Quizá cabe hablar aquí de surrealismo, pero de un surrealismo utilizado instrumentalmente, sin perder el control consciente del conjunto del poema. Estamos en el período que se reunirá en Residencia en la tierra: en 1926 ya se han publicado en revistas poemas como Serenata, Galope muerto, Madrigal escrito en invierno, que, unidos a otros del primer volumen de Residencia (1933), como Alianza (Sonata), Caballo de los sueños, Sabor, Colección nocturna, Diurno doliente, Sistema sombrío, Sonata y destrucciones y Significa sombras, mediante un amontonamiento de sugerencias vagamente homogéneas, producen un clima anímico sombrío y amenazador, sin contenido definido. En cambio, otros poemas hablan con claridad de un tema, a veces nítidamente evidente, aunque haya elementos sin explicación lógica; por ejemplo, en Débil del alba, el baudelairiano amanecer como tristeza:


El día de los desventurados, el día pálido se asoma
con un desgarrador olor frío, con sus fuerzas en gris...

Alguna vez hay una estampa exacta, capaz de recordar al Rilke más óptico -Neruda, en 1926, tradujo algunos fragmentos de Malte a través del francés de Gide-: buen ejemplo de esto sería Ausencia de Joaquín, con la sensación directa de la caída de un cuerpo en el mar. Y esa misma intensidad expresiva se puede aplicar a un clima anímico de tristeza o miedo sin contenido concreto -así, en ese primer volumen, Lamento lento, y, sobre todo, Trabajo frío, donde el tiempo y el espacio mismos se vuelven algo inquietante, el ser hecho dolor:

Dime, del tiempo, resonando
en tu esfera parcial y dulce,
no oyes acaso el sordo gemido?

Cuando estaba Neruda en esa línea de "descenso a los infiernos" obtuvo un cargo consular -muy mal pagado- en Rangún (Birmania), al que llegó pasando por España, donde estableció enlace con Rafael Alberti. Su experiencia asiática, hasta 1932, fue cruel: en especial, privado de hablar su lengua, llegó a temer perderla (una vez pidió a Alberti que le enviara un diccionario, como un salvavidas). Parece, en efecto, como si entonces el lenguaje nerudiano -no sólo por ese aislamiento, sino por su propio camino poético- muriera y resucitara habiendo perdido la memoria de lo que no fuera el estricto significado central de cada palabra; es decir, sin su aspecto social, sin la fisonomía cultural y tradicional que determina que una palabra esté o no bien usada, aparte de su definición. Por eso se producen ciertas aproximaciones torpes, pero expresivas, como de extranjero que recuerda sólo vagamente las palabras. Así, en el poema antes aludido, cuando dice:


Alrededor, de infinito modo,
en propaganda interminable,
de hocico armado y definido,
el espacio hierve y se puebla.

En el segundo verso, "propaganda" parece un error en ver de "propagación", y, sin embargo, resulta un acierto en cuanto efecto deliberado de "extrañamiento". y en el Ritual de mis piernas:


Bueno, mis rodillas, como nudos,
particulares, funcionarios, evidentes,

"funcionarios" sustituye al lógico "funcionales", pero aporta toda una vena propia de expresión.

En esa "temporada en el infierno" asiático, aunque el poeta gozara y pintara la naturaleza o el erotismo tropical -Monzón de mayo, Ángela adónica-, la dolorosa y repugnante vida multitudinaria de esos países se le hizo una verdadera pesadilla -aparte de un terrible amor en Rangún, Josie Bliss, cuyos celos pusieron en peligro su vida -véase Tango del viudo-. Pero se salvó Neruda al ser trasladado a Colombo (Ceilán, hoy Sri Lanka), donde escribió, entre otros poemas, el gran Ritual de mis piernas. En 1933 está de vuelta en Santiago y publica Residencia en la tierra, luego llamada Primera residencia, pues en 1935 hay un segundo volumen en la edición de Madrid. A Madrid llega Neruda tras encontrar a Lorca en Buenos Aires: la poesía de Neruda ya era muy conocida por los poetas de 1927, a través de Alberti, que iba recibiendo desde Asia copias de sus poemas. Según cuenta Neruda, cuando Lorca le oía leer versos, se tapaba los oídos cómicamente y decía: "¡Para! ¡Para! ¡No sigas leyendo, que me influencias!". En Madrid escribió Neruda su Oda a Federico García Lorca, el "naranjo enlutado", con oscuros presagios trágicos: antes, en Buenos Aires, los dos habían compuesto juntos un cuaderno, con dibujos de Lorca, el último de los cuales representaba las cabezas, cortadas y sangrantes, de ambos poetas. En Madrid, Neruda asumió una suerte de presidencia honoraria de aquella generación española, que en 1935 publicó un libro Homenaje a Pablo Neruda y le aceptó como director de la revista Caballo verde para la poesía. También publicó selecciones de Quevedo y Villamediana -a éste le consagró el poema El desenterrado-.

En lo personal, en 1934 nace una hija suya, que muere pocos años después, víctima de defectos congénitos -clave, sin duda, de poemas como Melancolía en las familias y Enfermedades en mi casa-. También entonces inicia Neruda su relación con la pintora argentina Delia del Carril: en 1936 se separaría de su esposa holandesa de Java.

La Segunda residencia, como se la suele llamar, conserva la voz de la primera, pero con más hermetismo y tiniebla. Ahora aparecen visiones acumulativas de la vida de la gran ciudad -Walking around y Desespediente-, acentuando su recurso típico de amontonamiento de elementos, cada uno de los cuales podría ser sustituido por otro vagamente análogo, creando una atmósfera anímica. Y los poemas más oscuros superan en oscuros y lúgubres a los del primer volumen -Un día sobresale, Barcarola, El reloj caído en el mar, No hay olvido (Sonata)-. Esa técnica de acumulación, si a veces peligra volverse retórica maquinal, permite algún acierto memorable, como Vuelve el otoño y, en otra dirección, los Tres cantos materiales (a la madera, al apio y al vino).




"Tercera residencia" y "Canto general": el poeta político




Esta veta lírica se hace más sobria y hermética -a veces, inaccesible- en otros versos escritos tras la Segunda residencia, especialmente en un poema largo, Las furias y las penas; pero, de repente, esa línea, que aparecerá en 1947 como parte inicial de una Tercera residencia, da un viraje radical -desde 1936-. Entonces, en efecto, empieza la guerra en España, y Neruda toma partido, en el Madrid bombardeado -lo cual hace que su gobierno le destituya del cargo de cónsul, donde, por cierto, estaba a las órdenes de la embajadora Gabriela Mistral-. Surgen ahora los poemas de España en el corazón, con un cambio completo de temática, que justifica en Explico algunas cosas:


Preguntaréis: Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?
Os voy a contar todo lo que me pasa.
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles...

En los poemas de España en el corazón hay ya la misma alternacia que se encuentra luego en el Canto general, entre el insulto panfletario y la tensa elevación contemplativa; así en Cómo era España:


Era España tirante y seca, diurno
tambor de son opaco,
llanura y nido de águilas, silencio
deazotada intemperie.
Cómo, hasta el llanto, hasta el alma
amo tu duro suelo, tu pan pobre...

Neruda va a París, donde trabaja con César Vallejo en un comi8té de ayuda a la República, y luego vuelve a Chile, donde actúa en la campaña del candidato presidencial del Frente popular, Pedro Aguirre Cerda. Al triunfar éste, Neruda vuelve a ser cónsul, pero ahora en París en 1939, para recoger refugiados republicanos españoles -en el famoso barco Winnipeg-. De 1940 a 1943 es cón sul en México, en cuyas calles se pegan los carteles de su Nuevo canto de amor a Stalingrado. Ahora es cada vez más capaz de ver los problemas de la propia hispanoamérica: primero, en términos algo retóricos e históricos -Un canto a Bolívar-, y, después, en gradual aproximación a las realidades sociales. Luego, en Memorial de Isla Negra, diría que su experiencia de la guerra española le había abierto los ojos para mirar la dolorosa verdad de sus propias tierras -en el poema Tal vez cambié desde entonces-. Neruda empieza por volver a mirar su propio país, escribiendo poemas como la Oda de invierno al río Mapocho, pero seguramente a partir de Himno y regreso (1939) es cuando empieza a tener la idea de un vasto poema que abarque no ya su país, sino toda su América: el Canto general.

Acaso el problema central de la poética nerudiana se resuma en el hecho, un tanto paradójico, de que para construir su gran poema social, político e histórico empiece -sin acabar nunca- por hablar de lo menos humano, de la naturalez, de la geología, de los mares, de los ríos, de las plantas y los pájaros, y, después, del pasado histórico; y que, en cambio -como reconocería el mismo Neruda años después-, nunca llegue a hablar de lo que es hoy una clave social de Hispanoamérica, esto es, las grandes, desmesuradas ciudades. Leyendo el Canto general, sólo se hacen visibles, sobre el tremendo paisaje y sobre las imágenes de las viejas razas, los conquistadores y los libertadores, algunas dispersas figuras actuales de campesinos, mineros y luchadores heroicos, así como los grandes figurones de los tiranos políticos; pero no se ve que uno de los aspectos del sufrimiento social de Hispanoamérica consista en tener hinchadas metrópolis en medio de enormes extensiones casi vacías.

Eso no invalida el sentido social y político del Canto general, sino que invita a leerlo como obra de un poeta lírico e individualista "adherido" tardíamente a una causa de ética colectiva a la que su carácter y sensibilidad no le habían llevado espontáneamente desde el principio. No hay falta de sinceridad: tal vez el supremo valor del Neruda "comprometido" esté en su esfuerzo por sacrificarse poniendo al servicio de un ideal común esa voz suya que, en el fondo, nunca deja de ser la de un solitario contemplador de un mundo casi vacío, en escalofrío del alma bajo sacudidas atmosféricas; casi un egoísta pintor verbal.

En 1945, regresado de México, Neruda fue elgido senador -"senador Reyes"- por las provincias mineras del Norte: unos meses después se hizo miembro del Partido comunista chileno. En 1946 -ya se llama legalmente "Pablo Neruda"- actúa a favor de González Videla, quien fue elegido presidente por una coalición de centro-izquierda. Por entonces publica su Tercera residencia y, en revistas, Alturas de Machu Picchu, del Canto general en gestación. En 1948 González Videla, ya en la coyuntura de la "guerra fría", ataca al ala izquierda de los que le habían elegido, y da orden de detener a Neruda, quien se esconde en el campo durante un año -escribiendo el Canto general-, y luego, evadido a través de varios países, llega a México, donde publica en 1950 su Canto general, saludado como un gran acontecimiento.

El Canto general debe apreciarse en su vasta integridad -más de quinientas páginas de letra pequeña, en la primera edición-: sería un malentendido antologizar sus "bellezas" dejando los trozos de baja tensión poética, los insultos triviales a personajes ya olvidados, así como ciertos repasos a la historia, a veces superficiales, y a veces incluso opuestos a cualquier óptica de izquierda: todo eso forma parte del sentido de la unidad de la obra. Esbocemos un rápido índice de sus quince partes. La primera, La lámpara en la tierra, es el gran escenario natural americano, hasta las razas aborígenes. La segunda es el famoso y largo poema Alturas de Machu Picchu, donde, con la técnica acumulativa de Residencia, la misteriosa ciudadela preincaica aparece como símbolo del principio de la Indoamérica, dando sentido al errar del poeta entre la civilización urbana, ahora en contacto con el viejo dolor de aquellos indios:


Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano...
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.

La tercera parte describe, en tono de ataque, a Los conquistadores, alguna vez creando también sugestivos mitos o dando tonos positivos -Descubridores de Chile, Ercilla, El corazón magallánico-:


La luz vino a pesar de los puñales.

En la parte IV aparecen Los libertadores; tras empezar con la víctima Cuauhtémoc, sigue con el padre Las Casas, y después logra algunas de las mejores estampas del libro, como Guayaquil (1823), pintura sin palabras de la entrevista Bolívar-San Martín, en que fracasó el sueño de la unidad sudamerocana: una épica posible desde una voz lírica actual. Forzosamente más superficial ha de ser la siguiente parte -La arena traicionada-, de ataques a los opresores del siglo pasado y del presente. Tras eso, como charnel en que gira el libro, América, no invoco tu nombre en vano es una serie de breves estampas dispersas, de paisajes y tipos humanos, como introducción hacia la parte más actual del libro, que se abre con el Canto general de Chile, germen de todo el libro y resumen suyo en menor escala. Allí hay visiones de la naturaleza y emoción personal de recuerdo -. Quiero volver al Sur-, descripciones de artesanías, inundaciones, terremotos e innumerables plantas, cartas a amigos, alguna bella estampa suelta, como Jinete en la lluvia, para acabar con la aludida Oda al río Mapocho, que seguramente fue la primera del libro.

La siguiente parte es La tierra se llama Juan: una galería de retratos de trabajadores, sobre todo mineros chilenos, en su propio lenguaje. Por contraste, luego viene la gran imprecación a Estados Unidos, apelando a su lado moral contra su lado explotador: Que despierte el leñador, y el leñador sería Lincoln, imagen de rectitud moral. Más personal es la siguiente parte -El fugitivo-, en que el poeta cuenta su huida ante la orden de detención de Videla; luego -Las flores de Punitaqui- pinta la vida de los pobres y su oscura lucha. Los ríos del canto, después, se compone de cartas a amigos escritores, vivos y muertos, a veces con un tono de sereno humor que reaparecerá mucho en el Neruda posterior. Después Neruda escribe su Coral de Año Nuevo para la patria en tinieblas, como carta lejana a su país, y a continuación, de ojos afuera, añade todo un libro -El gran Océano- de pura contemplación marina, sin apenas huellas humanas de antiguas razas. Aunque quizá menos atractiva, esta parte viene bien para pasar al final autobiográfico: Yo soy, de que ya citábamos versos al principio, y que podríamos proponer como aquello con que un lector nuevo empezaría mejor a leer a Neruda. Buen final éste: no una gran proclama, sino las memorias del poeta, pasando de la magia de la niñez y el trance lírico juvenil al servicio comunitario, que -tras la ira- le deja una mirada más tranquila y clara, abierta al final de su vida.



El Neruda posterior al "Canto general"




Después del resonante Canto general, Neruda viaja -Italia, URSS, China-, escribiendo poemas-crónicas, algo convencionales al lado de su reciente monumento -Las uvas y el viento, etc.-. En el resto de su vieda -poco más de veinte años- publicará casi el triple de lo publicado en los treinta anteriores -para no hablar ahora de lo póstumo-: ya vive en "olor de multitud", e incluso se permite alguna leve frivolidad fuera de su compromiso político. En el sucesivo y excesivo catálogo nerudiano habrá algún libro trivial, como Los versos del capitán , bajo transparente anónimo, dedicado a su nueva compañera, Matilde Urrutia. Luego, por invitación de Miguel Otero Silva, en Caracas, crea una "columna" periodística y poética, las Odas elementales (1954), cuyos versos endecasílabos y heptasílabos se fragmentan a veces para ocupar mejor su franja tipográfica. Esta serie se extiende hasta cuatro libros con Nuevas odas elementales (1956), Tercer libro de odas (1957) y Navegaciones y regresos (1959). En este último, algunos poemas se salen del formato, entre ellos uno de los mejores de toda la vida de Neruda, El Barco:


Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo,
por qué, pro qué no nos dejan sentarnos y comer?

De esas numerosísimas odas -a veces, casi humorísticas-, son de recordar no pocas -Oda a la alcachofa, Oda al diccionario, Oda a un gran atún en el mercado, etc.-; pero, en conjunto, quizá valgan más como un vasto borrador para Estravagario (1958), uno de los grandes libros de neruda, sin duda el más válido después del Canto general. Aquí el poeta parece hacerse un poco el tonto, y, olvidado de grandes cuestiones, mirar las cosas con socarrona ignorancia. Para elegir un solo ejemplo, tomaríamos Demasiados nombres, cuyo indolente ademán cala por debajo del lenguaje mismo:


...y todos los nombres del día
los borra el agua de la noche.

Dejando para el olvido los Cien sonetos de amor (1959), anotemos un cambio de tono en Canción de gesta (1960), homenaje a la triunfante revolución de Fidel Castro en Cuba, en solemne endecasílabo asonante, como las Odas seculares de Lugones. En 1961 sale un libro Cantos ceremoniales, con algunos poemas memorables; por ejemplo, El sobrino de Occidente, donde recuerda el descubrimiento de la lectura en su niñez, o una de sus piezas capitales, en varias partes: Fin de fiesta. Aquí el poeta, frente a su gran mar, piensa en el acabamiento de su vida, y, después de repasarla, se entrega a ser absorbido en el tiempo y en el mundo. Empezando por la pobreza de la niñez -pobreza propia y ajena-, el poeta se ve llegado a la soledad en su tierra, dispuesto al fin:


...por eso cuando vi lo que ya había visto
y toqué tierra y lodo, piedra y espuma mía,
seres que reconocen mis pasos, mi palabra,
plantas ensortijadas que besaban mi boca,
dije: "Aquí estoy", me desnudé en la luz,
dejé caer las manos en el mar,
y cuando todo estaba transparente,
bajo la tierra, me quedé tranquilo.

podría creerse que la obra de Neruda ya estaba acabada, pero entonces emprende una vasta autobiografía poética en cinco volúmenes: Memorial de Isla Negra (desde 1964). En este tercer ciclo hay una calidad de absoluta madurez vital, a veces fría e informativa, capaz de dar nueva originalidad a motivos a veces ya aparecidos en otros libros. Todavía habrá otros libros: alguno, teatral, como Fulgor y muerte de Joaquin Murieta; otros, más bien decorativos, como Comiendo en Hungría, en colaboración con Miguel Ángel Asturias, Arte de pájaros y La casa en la arena; alguno, monográfico, como Las manos en el día, otro, a modo de síntesis de sus anteriores autobiografías, como Aún, etc. Caso peculiar es el de Fin de mundo (1969), una vasta visión del universo en complejo panorama frente al acabamiento del milenio, donde las esperanzas revolucionarias no llegan a introducir coherencia.

Neruda murió en setiembre de 1973, unos días después que el presidente Allende, a cuyo servicio había sido embajador en París: volvió a Chile ya enfermo, a tiempo de hallar su "muerte propia" en ese momento histórico tantrágicamente significativo. Después se han publicado numerosos libros de Neruda, que no añaden nada especial: gran éxito ha tenido su esbozo de autobiografía en prosa Confieso que he vivido; pero, generalmente, se puede ver que esos mismos temas quedaban mejor en su versión poética -lo que ocurre también con otras prosas, Para nacer he nacido-. Neruda queda no sólo como poeta, sino incluso, si se quiere, como tres grandes poetas sucesivos, con divisorias en las fechas de 1936 y 1950. Pero por supuesto que su lectura unitaria y sucesiva le engrandece más, a pesar de que su evolución haya tenido no poco de sorprendente.


[José María Valverde, Historia de la Literatura Universal, Tomo 9, pp 402-410. Editorial Planeta, s.a., 1986. Barcelona.]

LUCIANO PAVAROTTI ( Q.P.D. )

NO SE CREA


No se crea

Cynthia Esther ALARCÓN MÚGICA


Me nombro Jacinta, así me puso mi apá, decía que le gustaba harto ese nombre. Yo vivo aquí, sí aquí. Me gusta mucho y aunque no lo crea lo que come horita usté es cosecha de mi huertita. ¿Está bueno verdá? Pos si viera que no sé ni por dónde empezar. Hay mucho que contarle, qué bueno que está usté aquí.
Tuve cinco hijos, ya todos son mayorcitos, menos ése que ve ahí jugando con la tierra. ¿Que dónde están? Pos mire, los tres primeros son varoncitos y se fueron pa’l otro lado. La cuarta es mija la que vive en Orizaba. Tiene una niña de tres años y está esperando otro retoñito. Sí los extraño no se crea, pero pos ellos están mejor que una, eso es lo que me consuela. Trabajaron mucho pa’ juntar pa’ irse y pos les está yendo más o menos, aunque eso sí, mejorcito que a mí y a los que vivimos aquí. ¿Por qué más o menos? Pos por… es que a veces se aprovechan de uno. Ya sabe, pos ellos están trabajando tierras allá, y veces les va bien y veces les va mal, según las cosechas y las temporadas de la verdura. Cuando hablo con ellos yo los animo y pos me aguanto las ganas de llorar, una como madre… pos le duelen a una los hijos. Yo ya les dije que por mí no se apuren, yo como sea salgo con mis cosechitas y pos nunca falta qué comer, aunque sean frijolitos ¿verdá? Pos nomás somos mi Raulito y yo, sí ya le dije que soy viuda ¿verdá? ¿Ah no?
Sí, mi señor se murió de un canijo dolor del pecho. Bueno, es que también tomaba mucho dizque pa’ olvidarse de los problemas. Siempre que terminaba de trabajar en el campo se iba a tomar con sus amigos, bueno, los que andaban siempre con él. Y pos luego en la noche enfría bastante y él siempre andaba destapado. Yo le decía jala con el zarape Apolonio, pero no me hacía caso. Y ya ve, luego ya ni podía respirar y se desesperaba porque pasaba todo el día en el catre. Decía que quién iba a ganarse los frijoles pa’ nosotros. No, cuando él se murió todavía estaban aquí mis hijos, pos por eso se fueron porque vieron que aquí nada se podía hacer. Los dizque amigos de Apolonio se quedaron con nuestra parcelita y pos nunca encontramos ningún papel pa’ que se viera que era de nosotros. Como mis hijos eran unos chiquillos nadie les hizo caso y pos trabajaron otras tierras y juntaron dinero pa’ irse juntos los tres al otro lado. Y bueno, pos allá se quedaron. El día veinte de este mes hace… nueve años que se fueron. Sí porque mi Raulito tenía un año. Pos él no se acuerda de ellos. De su hermana sí se acuerda, ya estaba grandecito cuando ella se fue con Mario.
Mario es un muchacho que vino a trabajar un tiempo aquí con su tío, pero él no es de aquí, es de otro pueblo. Yo le dije a mija que vivieran aquí en la casa pero no quiso. Se fueron pa’ Orizaba y les ha ido bien. No se crea la otra vez me fui a pasar unos días allá con mija. Sí, sí es bonito pero si viera que no me hallé. Pos desde que me subí al camión agarré mareos y estando allá igual. Sabrá Dios qué habrá sido, pero también mi Raulito se me mareó refeo. Pos ni pa’ decir que fue por eso que dicen de la altura porque aquí estamos en cerros y está muy alto. El caso es que nos agarró harto dolor de cabeza y mejor que nos regresamos. Mija me dijo que así le había sucedido a ella, que me esperara y que luego me iba a acostumbrar. Pero ya no quise. Imagínese que me hallara y que cuando volviera acá me empezara a sentir así. No, dije, mejor ya nos vamos mija. Ella se nombra Adela.
¡Ay perdón! que ya no le ofrecí más frijolitos. ¿No quiere? ¿Un cafecito? Órele, horita se lo doy. Sí pos le digo. Estoy contenta pos mis hijos me salieron sanitos y gracias a Dios ninguno como su papá de borracho. Digo sanitos porque aquí a cada ratito hay enfermos y muertitos. Que si no es de dolor de panza es de tos, que si no del pecho de los reumas. Los reumas sobre todo a nosotras porque como cocinamos con el fogón y luego lavamos veces los trastes, veces la ropa de los hijos. Como una se calienta y luego agarra agua pos nos enfermamos. No, dotor no hay. Luego que mandan medicinas pa’l pueblo. Pero pos como casi nadie sabe leer de nada sirve. Sólo algunos chiquillos que van a la escuela de un pueblo que está aquí cerca, como a tres horas. Pero pos imagínese, hay como dos casas por cerrito y luego pa’ llevar al enfermo a donde están las medicinas, no, pos ¿cómo?, sólo en camilla, y hasta eso, luego se les ha muerto el enfermo en el camino. Mejor una trata que con remedios caseros o así.
Por eso muchos se van de aquí, pa’ no sufrir de hambre ni de enfermedad, pa’ tener una mejor vida. Yo, no se crea, aunque quisiera irme, no podría, pos ya me hallé aquí. Me gusta mi pueblito, mi casa, mi huertita. Luego siento harta tristeza al ver cómo todos se van de aquí, dejando, como quien dice, sus raíces. En este pueblo ya sólo quedan gente mayor y niños. Yo sé que cuando mi Raulito crezca a lo mejor quiera irse, y pos yo me quedaré sola. Pero horita no pienso en eso… es retravieso el chiquillo, salió a su padre de inquieto. ¿Ya se va usté? No, espérese otro ratito. ¿Mañana viene? Ah bueno. De veras que ya no le pregunté cómo se nombra. Ah, no, no se crea no se me va a olvidar. Aquí la estaré esperando ¿eh? Ya sabe que ésta es su casa pobre pero honrada, y que cuando quiera venir siempre habrá frijolitos y tortillitas bien calientitas pa’ usté. Vaya con Dios doña Humanidad.

Cynthia Esther Alarcón Múgica
Veracruz, México